No tiene gran complejidad el post de Emilio Calatayud, el juez, sobre la mili. Incluso también suena antiguo, como él mismo lo dice. Pues lo es imaginar, jocundo y en cascarrabias, que unos tantos malcriados se vean sometidos a disciplina militar –con autoridad y transitoria. Algo menos antiguo escuché hace suficientes años –cuando sonaban tambores de abolición de la mili: y fue algún militar de graduación advirtiendo del efecto integrador de la nación que la prestación de este servicio propiciaba. Hasta el punto de que algún motivo habría de sospechar que si el gobernante se resistiera a restaurar tal servicio en ocasión oportuna –ello no sería sobre todo por oposición de juventud indolente, mas por su articulación a partir de los poderes centrífugos que tensionan el Estado.

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