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Juan José Cerezo es joven y es poeta. Digo esto con el respeto que se debe siempre a las palabras.

Lo conocí hace años, apenas él adolescente. Me llegó con un manojo escaso de versos juveniles. Nada de sensiblería floja ni de impostaciones poéticas. Leímos y releímos cuanto, a partir de entonces, me traía. Comprendí que aquellos versos primerizos portaban por sí mismos la exigencia de una maduración.

Hoy, este escritor posee un manejo muy exacto de la forma. Sin que, por ello, recaiga en mimetismo ni académica emulación. Cada verso conduce al lector, sea a través de un metro sin concesiones, o de una libertad que se traza a sí misma hasta devenir poética necesidad. Sus poemas exhiben una muy poderosa y original sustantivación, junto a una precisa economía de adjetivos. Cada poema nos lleva hasta la sensación cuasi táctil de una sorpresa, y al sentimiento de una siempre emergente significación.

Acaba de publicar su primer libro. Con él ha entregado mucho: fragmentos no fingidos de nuestra vida, pedazos de mundo, miradas de realidad.

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*Juan José Cerezo, Nuevo manual de inexperiencias, Devenir, Madrid 2011.

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